En 1672 el pueblo holandés rechaza la república de los
hermanos Johan y Cornelio de Witt para restablecer el estatuderato y
entregárselo a Guillermo III de Orange-Nassau. Indiferente a los vaivenes
políticos, el ahijado de Cornelio de Witt, Cornelio van Baerle, solo piensa en
lograr un tulipán negro, por el que la Sociedad Hortícola de Haarlem ha
ofrecido una recompensa de 100.000 florines, dentro del ámbito de la
tulipomanía que se extendió en aquella época.
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